FAMILIA Y EL ADOLESCENTE

El adolescente necesita separarse emocionalmente de sus padres para madurar. Con frecuencia experimentan pensamientos de rechazo hacia todo lo previamente establecido, incluyendo un enfrentamiento a las normas impuestas y a las expectativas familiares. Ha llegado la famosa “etapa del no”. Los padres se encuentran ante un conflicto: el deseo de autonomía del adolescente frente a su propia percepción de que no están preparados, por lo que continúan intentando controlar sus actividades.
El joven tiene el convencimiento de que puede “cuidarse por sí mismo” y esto es algo que los padres deben tener en cuenta a la hora de redefinir la convivencia en casa. Es frecuente que los padres sientan que “no conocen” a su hijo adolescente. Sus aficiones y preferencias están cambiando y además rechazan cualquier intromisión en sus nuevos intereses. Delegan el papel de la familia en sus iguales, los amigos son lo más importante. Los padres deben saber que su círculo social es esencial, de modo que incluirlos y respetarlos sería una buena forma de acercamiento hacia sus hijos. Permitirles espacio, sin abandonar los límites durante esta etapa, les tranquilizará y facilitará su autonomía.
Los jóvenes se tienen que enfrentar a nuevas situaciones. Entre ellas están el contacto con el consumo de sustancias como el alcohol y el tabaco. Se encuentran con que pueden acceder a las drogas ilegales. Cambia el cuerpo y tienen nuevas relaciones afectivas, y deben de aprender a manejar las relaciones sexuales. Además, es la etapa en la que deben decidir su futuro laboral.






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